ENFRENTAMIENTO AL MEDIODÍA

PERSONAJES:

JUAN

RAMÓN


Lejano oeste. Los hombres están frente a frente, hablan con un exagerado castellano neutro, suenan unas cuerdas de guitarra. Pueden llevar sombreros, lo de la rueda de pasto quizás es mucho. 


JUAN: Aquí estamos. 

RAMÓN: Sí, sí, aquí estamos. 

JUAN: Si te soy sincero, pensé que no vendrías, pensé que no tendrías las agallas.

RAMÓN: Yo pensé lo mismo. 

JUAN: ¿Pensaste que TU no tendrías las agallas para venir? 

RAMÓN: No, pensé que TU no tendrías las agallas para venir. 

JUAN: Entonces no es lo mismo. 

RAMÓN: Bueno, parecido. 


Cuadas de guitarra. Tiempo que pasa. 


JUAN: Mira Ramón. Este pueblo es demasiado chico para nosotros dos. 

RAMÓN: Debatible. 

JUAN: ¿Cómo dices? 

RAMÓN: Digo que es debatible, somos cerca de ocho mil habitantes, la semana pasada no nos hemos visto ni una sola vez, es difícil encontrar estacionamiento. Igual entiendo lo que quieres decir y también te odio. 

JUAN: Ah. Como decía, en este pueblo no cabemos los dos. (Ramón hace caras). No hagas caras Ramón y entiende la metáfora de una buena vez. 

RAMÓN: Es que… Juan… es un lugar demasiado común. 

JUAN: ¿Qué cosa? 

RAMÓN: “En este pueblo no cabemos los dos”, “este pueblo es demasiado chico para ambos”, ¿cuántas veces hemos escuchado esa frase? ¿Podrías ser un poco más original? Puede que alguno de los dos pierda la vida en este encuentro y no me gustaría que fuera dentro de una película que ya he visto. 

JUAN: ¡Tu perderás la vida!

RAMÓN: No, ¡tu lo harás! 

JUAN: ?Digo que tu!  

RAMÓN: ¡Tu! 

JUAN: ¡Basta! 


Guitarras. 


JUAN: Intentaré ser más original. 

RAMÓN: Te lo agradezco mucho. 

JUAN: ¡Te odio! 

RAMÓN: ¡Yo también! 

JUAN: Mira Ramón, este perro en el que montamos… somos pulgas, dos pulgas sobre un perro pequeño, un caniche, un pekinés o… o… o… ¡UN CHIGUAGUA! Eso: Somos dos pulgas demasiado grandes para el Chiguagua en el que estamos subidos. ¿Mejor? 

RAMÓN: Ehm… 

JUAN: De acuerdo… En la habitación en la que estamos… el baño al que ambos… ¡Este baño solo tiene un inodoro y ambos queremos ir a hacer el número dos! 

RAMÓN: Excelente. 

JUAN (En argentino): Costó, pero terminó saliendo. 

RAMÓN: Igual te detesto. 

JUAN: ¡Y yo a ti maldita sabandija! Así ya es la hora de desen… deSvaina… Des… ¿Desenvainar? No. Este… Fundar, eso. YA VA SIENDO LA HORA DE DESENFUNDAR NUESTRAS PISTOLAS. 

RAMÓN: ¿Quieres comparar los tamaños? ¿De eso se trata? 

JUAN: No, estúpido, esta vez no estoy hablando poéticamente. Estoy diciendo que nos enfrentemos en duelo de una buena vez y para siempre. 

RAMÓN: Estoy de acuerdo, maldito. ¿Quieres contar? 

JUAN: A la cuenta de tres. 

RAMÓN: Tres será suficiente. 

JUAN: ¡UNO!


Ambos llevan las manos a la cintura, cerca del revólver. 


JUAN: ¡DOS! 


Ramón se palpa los otros bolsillos de la ropa. 


JUAN: ¡Y…! 

RAMÓN (Sin dejar de palpar las ropas): Un… un… ¡un momento! 

JUAN: ¿Qué es lo que ocurre, cobarde? ¿Le tienes miedo a la muerte? 

RAMÓN: No, es que… Bueno, es que… He dejado mi pistola… en la casa de mi madre. 

JUAN: ¿Qué? 

RAMÓN: Es que antes de venir hacia aquí he visitado a mi madre, ella ya es una viejilla ¿sabes? Y debo ir a visitarla todos los días antes de los duelos. 

JUAN: Te entiendo. 

RAMÓN: Bueno, verás, a ella no le gusta que ande en estas cosas de matar, dice que no me educó para eso y esas cosas. 

JUAN: Mi madre me dice lo mismo. 

RAMÓN: Así son las madres… Así que antes de entrar en su casa, dejé la pistola dentro de una maceta de Conejitos, no el animal, sino la flor, ¿me sigues? 

JUAN: Perfectamente. 

RAMÓN: Resulta que hoy mi madre estaba un poco mala.

JUAN:  ¿Enferma? 

RAMÓN: Si, nada grave igual, sólo un poco resfriada. 

JUAN: Ah, que bueno, me había asustado. 

RAMÓN: No, no, tranquilo. Entonces, por este resfrío, le preparé un té con miel antes de salir para aquí. 

JUAN: Lo que todo hijo debe hacer. 

RAMÓN: Exáctamente. Entonces, cuando miro la hora ya eran las diez y cuarenta, salgo apurado y… olvido la pistola en la maceta de conejitos. Así que no voy a poder batirme a duelo hoy, aquí, contigo… Lo… lo siento mucho. 

JUAN (En argentino): Un bajón. 

RAMÓN (En argentino): Mal. Mal. Maaal.

JUAN: ¿Y puedes volver a casa de tu madre a buscar el revólver? 

RAMÓN: Como poder poder… puedo. Pero eso me llevaría al menos dos horas. 

JUAN: ¡¿Dos horas?! ¡Maldición Ramón! 

RAMÓN: Vive lejos. ¿Por qué no reprogramamos el duelo para otro día? 

JUAN: ¿Has traído la agenda por lo menos, sabandija? 

RAMÓN: Si, sí, la lleva siempre en el bolsillo. 


Ambos sacan la agenda del bolsillo y la revisan. 


JUAN: A ver… mañana será imposible, tengo que llevar a mis sobrinos al parque y después tengo misa. 

RAMÓN: Misa, sí, yo también. ¿A qué capilla irás? 

JUAN: A la del padre Domínico. 

RAMÓN: Ah, me queda muy lejos, sino podríamos vernos a la salida. ¿Lunes? 

JUAN: Después de las siete, ya no hay luz. 

RAMÓN: Martes imposible para mi, tengo coro. 

JUAN: Barítono, ¿no? 

RAMÓN: Muy bien, ¡qué oído! 

JUAN: Toco el banjo de pequeño. 

RAMÓN: Con razón. ¿Miércoles? 

JUAN: Sólo por la mañana. 

RAMÓN: Tengo dentista, imposible. El jueves tengo microsaloon, es una nueva forma de entretenimiento que estamos probando. 

JUAN: Ah, mirá que bien. ¿Viernes? 

RAMÓN: Viernes podría después del mediodía. 

JUAN: Perfecto para mí. 

RAMÓN: ¿Lo agendamos? 

JUAN: Lo agendamos, sí, sí. 

RAMÓN: Será hasta el viernes entonces… 

JUAN: Hasta el viernes… 


Se saludan afectuosamente. Suenan guitarras. 


JUAN: ¡Un momento! 

RAMÓN: ¿Sí? 

JUAN: Olvidé un detalle muy importante. 

RAMÓN: ¿No puedes el viernes? 

JUAN: No, no es eso. Olvidé que yo tengo dos pistolas aquí mismo. 

RAMÓN: ¡Ah! Maldito sabandija, entonces podemos “dueliarnos” ahora mismo, ¿no? 

JUAN: Claro que sí, excremento de toro. 

RAMÓN: Entonces, sanguijuela podrida, ¿serías tan amable de prestarme el revólver? 

JUAN: Por supuesto que sí, vómito de cerdo. 


Juan, le entrega uno de sus revólveres. 


RAMÓN: Mil gracias, horrible escupitajo. 

JUAN: Ahora estamos armados los dos. Llegó la hora de demostrar quién es el más hombre aquí. Has asesinado a mi hermano y has apresado a toda mi banda criminal. Jamás te lo perdonaré. Contaré hasta tres y veremos quien queda en pie. 

RAMÓN: ¿Qué? 

JUAN: Que contaré hasta tres…

RAMÓN: No, no, eso sí que lo entiendo, lo que no entiendo es lo otro. 

JUAN: ¿Qué estás sordo o qué? 

RAMÓN: No estoy sordo, es que creo que me estás confundiendo con otra persona. 

JUAN: ¿Qué dices? ¿Tú no eres el sheriff? 

RAMÓN: ¿Sí yo soy el sheriff? Pensé que tú eras el sheriff. 

JUAN: ¿Sí yo soy el sheriff? Pensé que tú eras el sheriff. 

RAMÓN (En argentino): Si, sí, quedó claro. Ninguno de los dos es el sheriff. 

JUAN: Entonces, ¿tu no eres Ramón McClaine? ¿El sheriff del sur de Dakota? 

RAMÓN: ¡NO! Jamás sería sheriff, yo soy un forajido. Soy Ramón McClaren. 

JUAN: ¡Ahhh! Parecido. 

RAMÓN: ¿Y tú no eres Juan Jhonson? ¿El sheriff del este del Misisipi? 

JUAN: ¡NO! Jamás sería sheriff, yo soy un forajido. Soy Juan… Campos de Niebla. 

RAMÓN: ¡Ahhh! (Argentino:) Nada que ver. 

JUAN: Yo soy un forajido, escapo de la ley. Han matado a mi hermano y busco venganza. 

RAMÓN: Yo también soy el forajido, también escapo de la ley, también mataron a mi hermano y también busco venganza. 

JUAN: Pues entonces, no tenemos por qué matarnos. 

RAMÓN: Ni hoy ni el viernes. 

JUAN: ¡Venga un abrazo compañero! 

RAMÓN: ¡Venga! 


Se abrazan. Se escucha un tiro. Juan cae de rodillas al piso, tiene sangre en el pecho. 


RAMÓN: Pero… pero… ¿qué carajos ha pasado? 

JUAN: Olvidé… olvidé… olvidé decirte que el revólver que te presté… puede… puede… puede dispararse solo. 

RAMÓN: ¡Nooo!

JUAN: Sí, sí, puede dispararse solo, te lo estoy diciendo. 

RAMÓN: No, es que fue un “nooo” de lamento, no un “nooo” de contradicción. 

JUAN: Ah. Amigo mío, creo que estoy muriendo. 

RAMÓN: Oh, amigo mío, no te preocupes, estoy aquí a tu lado. Y prometo vengar tu muerte. 

JUAN: No seas estúpido, amigo mío… 

RAMÓN: ¿Cómo dices? 

JUAN: Si vengas mi muerte tendrías que matarte a ti mismo. 

RAMÓN (En argentino): Uh, malísimo. 

JUAN: Venga… venga a mi hermano, a mi banda de forajidos. Venga… venga… 

RAMÓN: ¿Qué? ¿A quién más tengo que vengar? 

JUAN: (...)

RAMÓN: ¡¡¡No, no mueras hermano!!! ¡¡¡Dime a quién más tengo que vengar!!! 

JUAN (En argentino): No a nadie más, ya está. 

RAMÓN: ¿Y por qué quedaste ahí como tildado? 

JUAN: Me estoy muriendo, quería darle suspenso. 

RAMÓN: Adiós hermano, ve con Dios y con los tuyos. Yo vengaré la muerte de tu hermano. 


Juan muere. Ramón saca su agenda y anota. 


RAMÓN: Vengar al hermano de Juan Jhonson, el sheriff del este del Mississipi. (Deja de anotar). Ahora sí que tengo un problema. 


-FIN-


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