COMO EN VELORIO DE CONOCIDO

PERSONAJES
ROBERTA
VANESA
MIGUEL

Velorio. En un salón y entre tazas de café, dos mujeres charlan. Roberta (80), es flaca y lleva un vestido entre negro y azul. Vanesa (60), pelo corto y colorado, lleva una blusa y una pollera que termina junto con sus rodillas.

ROBERTA: No puede ser que esté muerto nena. No lo puedo creer. Si ayer lo ví, ayer no más estaba andando por acá enfrente, en la bicicleta.
VANESA: Y si, Roberta, uno antes de morir puede andar en bicicleta. Lo raro sería que lo veas hoy.
ROBERTA: No, nena, no me entendes. Quiero decir que uno no espera la muerte así tan de golpe, lo normal sería que uno esté internado un par de días por lo menos.
VENESA: Bueno, claro, cuando se muere así de repente, es más terrible.
ROBERTA: Si, raro, cruel, esa es la palabra… cruel. La muerte es cruel… como… como... como un... una…
VANESA: Bueno, Roberta, no vas a poder hacer comparaciones poéticas ahora.
ROBERTA: Decime algo que sea cruel.
VANESA: No te obsesiones con eso.
ROBERTA: ¡Decime algo cruel, carajo!
VANESA: Como el sol del amanecer.
ROBERTA: Ay, ¿por qué?... Me encanta.
VANESA: Como la última empanada.
ROBERTA: También… sí, sí. Divertido, gracioso.
VANESA: Como el perro del vecino.
ROBERTA: ¡Ah sí! (Se ríe).
VANESA: Como el anillo de casamiento en la mano equivocada.
ROBERTA: Ay, qué interesante ese.
VANESA: Como querer prender un pucho abajo de la lluvia.
ROBERTA: Bueno nena, cortala.
VANESA: ¿Ya saludaste a la viuda?
ROBERTA: No, ni pienso, vieja de mierda.
VANESA: Tiene tu edad.
ROBERTA: ¡NO! Es dos años más grande.
VANESA: Qué diferencia.
ROBERTA: Cortala nena.
VANESA: Yo la saludé cuando entré. Tenía una cara de contenta.
ROBERTA: ¿Contenta?
VANESA: Lloraba, pero era falso el llanto.
ROBERTA: Falsa, muy falsa… como… ¿Cómo qué?
VANESA: Como billete de tres pesos Berta, esa era fácil.
ROBERTA: Ay sí, esa es fácil, como perro verde.
VANESA: Eso es RARO… Raro como perro verde.
ROBERTE: Pero había uno con verde.
VANESA: No, el que vos decís es: Falso como dólar azul.
ROBERTA: ¿Y el verde?
VANESA: En el dólar, Berta.
ROBERTA: Pero… Ah, sí, ya entendí.
VANESA: Bueno, es que le dí un beso y le dije: “mi más sentido pésame”. Ella hizo así con la cabeza (Asiente muchas veces) y se secó una lagrimita chiquitiiiita con un pañuelito. Me ofreció un café y se fue con la hermana.
ROBERTA: ¿La hermana? ¿Está acá? ¿Se vino?
VANESA: Y sí… No te digo…
ROBERTA: ¿Pero cuándo llegó? Ésta sabía algo, no te digo yo… Es brujaaa esa yegua.
VANESA: ¡Shhh! Que están acá al lado.
ROBERTA: Que me escuche esa yegua, que me escuche… Se fue a vivir al sur con el Hernán…
VANESA: Que era tu novio, ya sé Roberta, ya me lo contaste mil veces.
ROBERTA: Bueno, perdón a la señora que no se le pueden repetir las cosas.
VANESA: Una vez si, pero a la vez cuarenta y cinco una se cansa.
ROBERTA: Era mi novio y nos íbamos a casar cuando él termine el servicio militar. ¿Y qué pasó? Apareció la yegua con esas tetas gigantes y el Hernán se volvió loco. ¿Sabés una cosa…?
VANESA: Que se acostaba con el primo.
ROBERTA: Viste, todo el mundo lo sabe.
VANESA: Vos me lo contaste Roberta.
ROBERTA: Sí. ¿Y?
VANESA: Que siempre andás diciendo lo mismo. Sos repetitiva.
ROBERTA: Como disco rayado. Tomá, me salió una.

Entra un hombre joven, bien vestido.

VANESA: ¡Miguelito! ¿Qué hacés acá? Tanto tiempo mi amor, ¿todo bien vos?
MIGUEL: Y…
VANESA: Ella es Roberta.
MIGUEL: Hola.
ROBERTA: Hola.
VANESA: ¿Viniste a dar el pésame?
MIGUEL: Sí.
VANESA: ¿De dónde lo conocías?
MIGUEL: Soy amigo del Néstor.
VANESA: Mirá, me parece que está por el fondo, con la madre.
MIGUEL: Sí, ya fui.
ROBERTA: El Néstor, que buen muchacho, salió al papá seguro.
MIGUEL: Sí.
VANESA: Vení Miguelito, sentate, ahora pedimos otro café.
MIGUEL: Está bien, ya me iba. Pasaba para saludar.
VANESA: Bueno, mi vida, ¿no vas a volver a las clases?
MIGUEL: Y, por ahora no, no sé, estoy con tantas cosas.
ROBERTA: Es alumno tuyo.
VANESA: Era…
MIGUEL: Sí, el año pasado.
VANESA: Y muy bueno, pero…
MIGUEL: Dejé hace rato.
ROBERTA: Ya va a volver, ¿no?
MIGUEL: Y…
VANESA: Mmm…
ROBERTA: Ya va a volver. ¿En qué andás entonces?
MIGUEL: Guitarra y Inglés.
ROBERTA: E inglés.
MIGUEL: ¿Cómo?
VANESA: Así se dice.
MIGUEL: No entiendo.
VANESA: Bueno, no importa.
ROBERTA: What is your name?
MIGUEL:¿Qué?
ROBERTA: Answer me. What is your name, Darling?
MIGUEL: Miguel.
ROBERTA: Miguel Who?
MIGUEL: Miguel Duarte.
ROBERTA: Duarte, Ok. You are the son of the mechanic?
VANESA: Stop Berta, please.
ROBERTA: I’m having a conversation with that young man.
VANESA: Scuse this old lady, she is a stupid woman.
ROBERTA: Vos serás estúpida.
VANESA: ¿Y el inglés?
ROBERTA: Metételo en el culo.
MIGUEL: Bueno, un gusto haberla visto. Y a usted también señora, un gusto.
ROBERTA: Señorita.
MIGUEL: ¿Cómo?
ROBERTA: Señorita.
VANESA: Sí, es que nunca se casó.
MIGUEL: Ah, perdón.
ROBERTA: No hay de qué, mi amor. Pero vení, tomate un café con nosotras. Después te vas.
MIGUEL: Es que…
VANESA: Dale, un café y te vas. De paso nos ponemos al día, hace tanto que no te veo.
MIGUEL: Bueno, un ratito.
ROBERTA: Vení, sentate acá. (Le señala un asiento a su lado). Ahora la profe Vane va a ir a buscar un cafecito. ¿Sí, profe Vane?
VANESA: Sí, ahora vengo. (Sale).

Silencio, incómodo.

ROBERTA: ¿Y cómo está tu papá?
MIGUEL: ¿Mi papá?
ROBERTA: ¿Sos o no sos el hijo de Paquito Duarte?
MIGUEL: Sí, sí.
ROBERTA: Y bueno, ¿cómo está él?
MIGUEL: Ah, bien.
ROBERTA: Yo soy clienta suya, tengo un 147 blanco, se pasa más tiempo ahí adentro que en la calle. Es viejito pobre. Pero… me lleva y me trae. Bueno, cuando no está en tu casa. (Se ríe fuerte, Miguel sonríe un poco, por cumplir). ¿Y qué edad tenés vos?
MIGUEL: Diecisiete.
ROBERTA: Ay, qué grande ya. ¿Y tu papá?
MIGUEL: ¿Mi papá?
ROBERTA: Sí, por dónde anda ahora.
MIGUEL: En el taller creo.
ROBERTA: De edad, querido.
MIGUEL: Ah. Debe de estar por los cincuenta.
ROBERTA: No, no puede ser. Si yo le dí clases a tu papito. Tiene que tener cuarenta y seis o cuarenta y siete. ¿A qué edad te tuvo?
MIGUEL: No, no sé.
ROBERTA: ¿Pero cómo no sabés la edad de tu papá?
MIGUEL: Sí, cuarenta y siete por ahí.
ROBERTA. Por ahí dice. Sos más gracioso. ¿Así que eras bueno en el piano?
MIGUEL: Mmm, no sé.
ROBERTA: ¿Cuántos años fuiste con Vanesa?
MIGUEL: Dos.
ROBERTA: Dos años… ¿Y qué pasó?
MIGUEL: Dejé.
ROBERTA: Aja, está bien. Te aburrías. Y sí, no es fácil el piano, yo intenté y no me salió nada. Es más difícil que… que… ¿Más difícil que qué puede ser?
MIGUEL: No entiendo.
ROBERTA: Decime algo que sea muy difícil.
MIGUEL: Ay… La tabla de 187.
ROBERTA: (Se ríe) Sí, me encantó. Te lo robo. 187 por 1, 187. Por 2, 374. Por 3, 561. Por 4, 748. Por 5, 935… la del 5 es fácil. Por 6, 1122….
MIGUEL: De verdad ¿o inventa?
ROBERTA: Igual está bien la comparación, lo que pasa es que fui más de cuarenta años profesora de matemáticas yo. Le dí clases a tu papá, así que imaginate. A tu mamá también le dí clases. Muy buena tu mamá también, pero…
MIGUEL: (...)
ROBERTA: Se embarazó de tu hermano y dejó de estudiar, ella iba a ser doctora.
MIGUEL: Ah.
ROBERTA: Así que se embarazó y dejó todo, tu papá empezó a trabajar como un loco y después puso el taller, pero antes de eso… ¡Uf! Le va bastante bien ¿o no?
MIGUEL: Sí.

Entra Vanesa con un café. 

VANESA: Tomá mi vida. Acá tenés el cafecito.
ROBERTA: ¿Y para mí no trajiste?
VANESA: No, es un quilombo eso, todo el mundo pidiendo y pidiendo, con suerte pude robar éste para el señorito que nos acompaña.
MIGUEL: Si usted quiere, señora…
ROBERTA: Señorita. Y no, gracias mi amor, tomátelo vos.
VANESA: Le puse dos de azúcar, no sé cómo lo tomás, pero lo normal son dos, ¿no?
MIGUEL: Sí, está bien. ¿De verdad ninguna quiere?
ROBERTA: No, mi amor, tomátelo vos.

Las dos mujeres se quedan mirando a Miguel, que sigue incómodo. Toma un sorbo de café y las mujeres lo miran, serias, como esperando a que siga tomando. Miguel sonríe un poco y bebe otro sorbo.

VANESA: ¿Está rico?
MIGUEL: Sí, muy rico. Gracias.
VANESA: No hay de qué mi vida, tomátelo todo.
ROBERTA: Todo, todo.

Miguel sigue tomando.

ROBERTA: ¿No está muy caliente?
MIGUEL: No. Está bien.

Miguel toma un poco más. Luego deja la taza sobre una mesita.

ROBERTA: ¿Ya lo terminaste?
MIGUEL: No, queda un poquito.
VANESA: No te gustó.
ROBERTA: Debe estar feo, Vanesa.
MIGUEL: No, está rico, lo que pasa es…
ROBERTA: Dejá, dejá, dámelo que lo tiro.
MIGUEL: No, está bien de verdad.
VANESA: Entonces tomateló.

Miguel toma la taza y bebe un poco más. Las mujeres lo miran. Miguel termina, levanta la taza como brindando, y la apoya, vacía.

VANESA: Muy bien.
ROBERTA: No me diste nada, avaro.
MIGUEL: Pero si usted…
ROBERTA: Era una broma divino. ¿Querés un sanguchito?
MIGUEL: No, está bien, gracias.
ROBERTA: Pero que educado que es este chico. Espera que te busco uno.
VANESA: Dijo que no quería.
ROBETA: Debe tener vergüenza de pedir.
VANESA: Pero si ya está grande, si quiere un sandwich lo pide, dejálo así.
ROBERTA: ¿Querés o no querés un sandwich Miguel?
MIGUEL: No, gracias.
ROBERTA: Viste, es más fácil si uno habla.
VANESA: Bueno, nene, contanos algo.
MIGUEL: Es que… ya me tendría que ir.
VANESA: Bueno, contanos algo y después te vas.
MIGUEL: Eh… No sé qué quieren que les cuente.
ROBERTA: ¿Qué vas a estudiar?
MIGUEL: Medicina.
VANESA: Ay, qué divino, como la mamá.
ROBERTA: Eso le estaba diciendo mientras vos demorabas con el café, que la madre iba a ser médica si no fuera por…
VANESA: Bueno, son cosas que pasan. ¿Y vos tenés novia, Miguel?
MIGUEL: Eh… Sí.
VANESA: ¿Ah sí?
ROBERTA: ¿Y quién es?
MIGUEL: Es que… no creo que la conozcan.
VANESA: Seguro que la conocemos.
MIGUEL: Se llama Morena.
ROBERTA: La hija del Roque, el que tiene la tienda de ropa a en la Avenida 9 de Julio.
MIGUEL: Sí, ésa.
VANESA: Y sí, con ese nombre.
ROBERTA: Hermoso el nombre y hermosa la chica también.
VANESA: ¿Y estás enamorado Miguel?
MIGUEL: Eh… Este…
ROBERTA: Dejalo con esas preguntas, es tan chiquito. Muy chiquito para estar enamorado.
MIGUEL: Bueno… yo me voy yendo… (Miguel se levanta y se queda tieso). Ay, me mareé.

Silencio.

VANESA: Sentate querido, te debés haber lavantado muy rápido.
ROBERTA: Ves, tendrías que haber comido el sanguchito, no habrás comido nada vos. Sentate.
MIGUEL: No, está bien, ya estoy mejor.
ROBERTA: Sentate, yo te traigo un sanguchito.
MIGUEL: No, no, ya pasó. Me pasa siempre que me levanto rápido.

Silencio.

VANESA: Bueno, cielo. Andá, andá tranquilo, no te jodemos más.
MIGUEL: Gracias por el café.
ROBERTA: No hay de qué, mi querido.
MIGUEL: Bueno, nos vemos. Chau.
ROBERTA: ¿No nos vas a dar un beso?
VANESA: Pobre…
ROBERTA: Pobre ¿qué?
MIGUEL: Bueno…

Miguel le da un beso a Roberta, suena bastante fuerte. Luego un beso a Vanesa, silencioso. Sonríen todos. Miguel sale. Las mujeres lo miran irse. Silencio, un poco más.

VANESA: Le tocaste el culo.
ROBERTA: ¿Qué decís? Asquerosa.
VANESA: (Se ríe) Pero bien que se lo miraste.
ROBERTA: Estás loca vos, podría ser mi nieto.
VANESA: ¿Ni un poquito lo miraste?
ROBERTA: Ni un poquito.
VANESA: Es un lindo muchacho.
ROBERTA: Pero si lo miro, lo miro como se mira a un hijo.
VANESA: A un nieto.
ROBERTA: A un nieto, es verdad.
VANESA: Era una broma.
ROBERTA: Una broma nena, mirá que el horno no está para bollos. Estamos en un velorio.
VANESA: Bueno Berta, un poco de humor. Tenés menos gracia que un plato de fideos con manteca.
ROBERTA: Y vos sos una malpensada. ¡Eso! Más malpensada que… que… ¿Qué?
VANESA: Que lector de novelas de misterio.
ROBERTA: Ajá.
VANESA: Que público de teatro.
ROBERTA: Me gusta. Sí, sí.
VANESA: Que burgués con invitados.
ROBERTA: (Se ríe) Una más.
VANESA: Que chino dando el vuelto.
ROBERTA: Mmm, medio raro ese.
VANESA: Que perro salvaje.
ROBERTA: Bueno, nena, cortala. Voy a tener que ir a saludar a la viuda. (Se levanta. Pausa. Mira. Pausa). Qué malpensada, qué malpensada, qué malpensada que son todos acá.
VANESA: Bueno Berta. Tenés que entender, la gente quiere algo de qué hablar, sino todo sería tan aburrido.
ROBERTA: Tenés razón… Tenés razón. Ya vengo.

Sale. Vanesa queda sola y mira al frente, mira a público, gesto, apagón.


FIN

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